domingo, 21 de agosto de 2011

¡Hasta siempre Jornadas Mundiales de la Juventud!

Desde que el pasado jueves aterrizara en el aeropuerto de Madrid-Barajas Joseph Ratzinger, más conocido universalmente por su nombre papal, Benedicto XVI, he seguido con especial atención e interés todo lo que se ha movido en torno a las Jornadas Mundiales de la Juventud, que este año 2011 se han desarrollado en Madrid y que han tenido una duración de cuatro días, estando todavía el Papa en territorio español mientras escribo este artículo.

El mismo día que llegó tuve la oportunidad de verle durante unos segundos en el Papamóvil desde uno de los ventanales de la última planta del edificio donde trabajo, ya que está ubicado en uno de los laterales de la autovía A-2 y ésta formaba parte del itinerario que siguió la comitiva papal desde Barajas hasta la Nunciatura apostólica de Madrid, residencia oficial del Papa en los cuatro días que ha durado su corta pero intensa visita. Nunca en los 29 años que tengo había visto al Papa -ni a su antecesor Juan Pablo II ni por supuesto a Benedicto XVI ya que ésta ha sido su primera visita a Madrid- y he de reconocer, que aunque fueran unos segundos y de pasada montado en su vehículo oficial, mi ilusión me hizo verle, ya que hay que tener en cuenta -convicciones religiosas aparte- que se trata de una de las figuras más importantes del orbe, se quiera o no.

Muchas son las voces que se han levantado en contra de la visita del Papa a Madrid y la celebración de las Jornadas Mundiales de la Juventud en la capital de España, unos aduciendo razones ideológicas y/o políticas, otros razones económicas, otros que no entendían porqué un Estado aconfesional se volcaba tanto en la celebración de dicho evento y en definitiva, que cada uno de los que hayan estado en contra tendrían sus razones para no apoyar el acontecimiento que todavía a día de hoy se está viviendo en Madrid. No es mi caso, a mí no me ha parecido mal en absoluto que se haya llevado a cabo la JMJ en mi país y más concretamente en mi ciudad de residencia y os cuento...

La JMJ ha removido mi conciencia y me ha hecho retroceder al pasado, a mi pasado, a aquéllos maravillosos doce años que pasé en un colegio religioso, La Salle Sagrado Corazón, donde entré con seis años siendo un crío y salí a los dieciocho rumbo a la Universidad convertido en adulto y creo que buena persona. Me ha hecho recordar los ocho años en que formé parte de la pastoral de dicho colegio perteneciendo a los grupos Cristianos Lasalianos (de Madrid en mi caso) hasta mi confirmación a los diecisiete años. Me he acordado de los Hermanos Manuel, Emiliano, Tarsicio, Ángel de Frutos, Cruz, Abilio, Enrique y tantos otros a los que mucho de lo que soy hoy se lo tengo que agradecer a ellos, agradecerles la formación intelectual que nos brindaron, la formación ética y moral que nos inculcaron, la educación en ideas y valores que nos dieron, la férrea disciplina a la que nos sometían y que como he comentado antes, fueron forjando mi personalidad y mucho de todo aquello todavía persiste en mi interior, y persistirá. ¡Muchas gracias a todos!.

Cuando he visto a esos jóvenes de la JMJ alegres, conviviendo unos con otros, formando todos parte de una misma familia, cantando bajo un sol de justicia y aguantando una tormenta de lluvia y viento durante media hora, que siendo casi dos millones no se ha producido ni un solo altercado, viviendo su fe y sus creencias y compartiéndolas con la sociedad, he echado la vista atrás y me he acordado de nuestra jornada de convivencia con cientos de jóvenes de grupos Cristianos venidos de todos los colegios de La Salle de España a La Salle Sagrado Corazón (mi colegio), la cual nos tiramos más de un mes preparándola y organizándola con toda la ilusión del mundo, codo a codo con los Hermanos de la Salle y con mis compañeros y amigos de la pastoral para que todo saliera bien y que el resto de nuestros compañeros de los distintos colegios de España se sintieran como en casa, ¡qué buenos amigos y amigas hicimos, incluso algún amor y desamor salió de allí!. Me he acordado de esas jornadas en la Casa de La Salle en Griñón donde tanto aprendíamos y tan buena gente conocíamos, con nuestras mismas inquietudes e ideas. Me he acordado del hospital en ruinas de la Sierra de Guadarrama (propiedad de La Salle), donde fuimos unos días de convivencia y lo bien que lo pasamos en aquellas jornadas, me he acordado de esos días previos a Navidad repartiendo alimentos por albergues y casas de acogida, esos días en las residencias de mayores dándoles nuestra compañía a quienes más la necesitan, esas jornadas festivas el día de San Juan Bautista de La Salle, donde el colegio dejaba de ser colegio y se convertía en una inmensa fiesta organizada por nosotros, jóvenes adolescentes de grupos Cristianos de la pastoral. Me he acordado de Miriam, una de mis mejores amigas, perteneciente también a la pastoral y uno de sus miembros más activos y dinámicos, siempre tenía una sonrisa en la boca, no decía que no a nada y a la cual un puto cáncer se la llevó hace unos años ¡siempre estarás con nosotros Miriam, te queremos!. Me he acordado de muchas, muchas cosas, muchas historias bonitas junto a mis amigos en aquéllos inolvidables años en La Salle.

Como dice nuestro himno, el himno de La Salle, "mas cuando llega la noche / y en el cielo ven la estrella / vuelven atrás en el tiempo / y añorantes te recuerdan" , anoche, viendo a esa marea joven en Cuatro Vientos, volví atrás en el tiempo, vi mi reflejo de adolescente en todos y cada uno de aquéllos chicos y chicas y con gran añoranza recordé mi paso por aquél inimitable colegio y esas jornadas de convivencia Lasalianas las cuales todavía me emociona recordar. Aunque solo sea por haberme removido la conciencia como decía al principio y haber recordado todo esto...

¡HASTA SIEMPRE JORNADAS MUNDIALES DE LA JUVENTUD!