jueves, 6 de diciembre de 2012

34 años...

Hoy, 6 de diciembre de 2012, se conmemora y algunos celebran el trigésimo cuarto aniversario de la Constitución Española. Sí, he dicho algunos, y quizás haya pecado de exceso, ven en el día de hoy un motivo de celebración, pero para otros, y cada día para más gente, hoy no hay absolutamente nada que celebrar, si no más bien todo lo contrario.

¿Puede haber motivo de celebración y alabanza hacia una mierda escrita, que empezando por lo más doloso que a día de hoy tenemos sobre el tapete, tiene a un cuarto de la población activa sin un puesto de trabajo?. ¿Qué ha sido de ese artículo de su tan querida y tan traída y llevada Constitución que dice que todo español tiene derecho a un puesto de trabajo digno?, me da a mí que a alguien se le ha debido olvidar dicho artículo, o lo que es peor y así me temo, se lo han pasado por el "arco del triunfo". Las preguntas anteriores enlazan perfectamente con otra que sin mucho discurrir todo hijo de vecino puede hacerse: ¿dónde ha quedado el otro artículo de la Carta Magna que propugna que todo español tiene derecho a techo?, pues se ha debido de quedar por el camino o bien, también se lo han vuelto a pasar por el mismo sitio que el anterior.
Con más de cinco millones de españoles sin un puesto de trabajo con el que realizarse personal y familiarmente, y con cientos de miles de desahucios a la espalda en lo que llevamos de crisis, más los que se producían anteriormente y los que todavía están por llegar, ¿todavía alguien ve el más mínimo motivo para celebrar hoy algo?, ¡no me jodas!.

Pero bien, vayamos un poco más atrás en el tiempo y pensemos, ¿dónde ha quedado el tejido industrial que con tanto esfuerzo se levantó en España entre los años sesenta y setenta del pasado siglo y que nos colocó como novena potencia industrial a nivel mundial?, exacto, en estos treinta y cuatro años ha volado. Y ahora nos tenemos que conformar con las migajas que empresas como Renault (por poner un ejemplo paradigmático) y algunas otras nos dan a cambio de vete tú a saber qué concesiones fiscales o qué asco de convenios han tenido que firmar los "sindicatos" para que la producción se quede en España. Y para 1.300 puestos de trabajo (precario) que se van a crear acude el presidente del gobierno, acompañado de un séquito ministerial que vergüenza ajena me dio el día que lo vi abriendo telediarios, regodeándose con la cara de imbécil que tiene, de que nos habían concedido la fabricación de no se qué vehículo para los próximos no se cuantos años, en fin, bochornoso.
No solo lo anterior lo ha arrasado la Constitución y sus treinta y cuatro años de vigencia, si no que la gran mayoría de los derechos adquiridos por los trabajadores durante años de lucha, se los han calzado de un plumazo. Sueldos irrisorios, jornadas laborales interminables, pérdida de dignidad en el puesto de trabajo en muchos sectores y encima, a agachar la cabeza, decir amén, y dar gracias por que al menos tienes un puesto de trabajo que te reporta unos maravillosos 500 ó 600 € al mes.

Estos treinta y cuatro años de Constitución también han traído a la actualidad otro fenómeno que parecía erradicado de España desde hace décadas y que no es otro que el de la emigración. Miles de españoles vuelven de nuevo a coger las maletas para buscarse un futuro fuera de nuestras fronteras. Y no es solo emigración cualificada (personal sanitario, ingenieros, investigadores, etc.) como se cacarea por prensa, radio y televisión, que también, si no mano de obra no cualificada (sector agrícola principalmente) que ante la falta de recursos laborales y desmantelamiento progresivo, al igual que pasa con el industrial, del tejido agrícola patrio, tienen que irse a ganarse fuera las habichuelas para poder mantener dignamente a sus familias.
Lo que sí se ha hecho cojonudamente en estos años de "progreso" es convertir a España en un país que solo sabe servir cañas y poner un ladrillo encima de otro, total, ya lo dijo aquél: ¡que inventen ellos!. Qué asco, joder, qué asco.

No quiero dejar de mencionar también la pérdida de soberanía nacional y económica que en estos treinta y cuatro años de  Constitución venimos sufriendo. Organismos supranacionales como la OTAN (¿recordáis aquéllo de OTAN no, bases fuera?), Unión Europea, FMI, BCE, y no se cuántas siglas, apócopes y basura varia más nos han dejado sin un ápice de poder de decisión sobre las cuestiones que nos atañen a los españoles y que nunca deberíamos haber dejado en manos de dichos organismos que todos sabemos a qué oscuros intereses atienden, y el que no lo sepa, que aprenda. ¿Alguien ve medianamente normal que tengamos que cumplir a pies juntillas los dictados de una señora (fea de cojones, para más pistas) que está a miles de kilómetros de aquí y que única y exclusivamente vela por los intereses de sus bancos?, eso, por solo poner un ejemplo...

Así que por esto y mucho, muchísimo más, que no he querido explicitar aquí por no hacer el artículo interminable y soporífero, no tengo más remedio que decirles a todos esos que tanto alaban las bondades, grandeza e inviolabilidad de su Constitución que se la metan por donde amargan los pepinos,  es decir, por el culo. Yo no he votado esa Constitución, ni jamás la hubiese votado, así que no me siento representado en lo más mínimo por la misma.