martes, 24 de junio de 2008

Dicebamus hesterna die...

Bueno, tras más de tres meses sin publicar ni una sola entrada en el blog, quiero decir que aquí estoy de nuevo, con la pluma más cargada si cabe y con ganas de seguir disparando con tinta a diestro y siniestro y a ser posible, no dejar títere con cabeza... con el permiso de mis entradas sobre ciencia y tecnología, que estas creo que no dañan a nadie.

No es mi intención justificar mi ausencia, pero he de decir que he estado bastante ocupado, más de lo que a mí me hubiese gustado estos últimos meses. Entre programación de diversos algoritmos de lo más variopinto en prácticas de las asignaturas de la carrera, asistir a esas infumables clases de lo que se dice llamar Ingeniería Informática, la compra de mi piso (sí, ya lo tengo, por fin), el trabajo, la vida social (no mucha, ya sabés que no soy muy amigo de ese tipo de cosas), los exámenes y últimamente algún que otro partido de nuestra selección que parece que este año por fin se han dignado a jugar al fútbol y a darnos alguna alegría, de verdad que no he tenido ni un minuto para escribir absolutamente nada.

El título de este post, posiblemente os suene a muchos de vosotros, al igual que la imagen que acompaña a la entrada de hoy. He querido hacer un guiño a Fray Luís de León, ese personaje de magnífica pluma en tiempos difíciles en lo que a libertad de expresión se refiere, perseguido y encarcelado por la Inquisición y que comenzaba así una de sus magistrales clases en la Universidad cuando regresó a su cátedra tras cuatro años de cautiverio injustificado por culpa de las rencillas, envidias y demás mamoneo y soplapollismo de la época en que le tocó vivir. Así que dicha frase (Como decíamos ayer es su traducción al castellano) me va a servir como lanzadera para dar comienzo a esta nueva etapa de reflexión y publicación.

Pues bien, a partir de hoy, procuraré, aunque no puedo prometer nada, escribir frecuentemente aquí en esta tribuna, ya que se acabaron los exámenes, se acabaron las prácticas, mi escritura con su correspondiente hipoteca está firmada y ahora en verano, posiblemente sea una sensación, los días parece que me duran algo más. A los que ya conocíais el blog, os animo a seguirlo y a los que no, daros mi más sincera bienvenida y que los contenidos sean del agrado (o desagrado para los enemigos) de todos.

Saludos.