miércoles, 9 de julio de 2008

Adiós, bombas de racimo.

En el día de hoy, he estado siguiendo con cierta inquietud la noticia que ha saltado a los titulares de la información de ámbito nacional tanto en telediarios, informativos radiofónicos y prensa escrita, tanto electrónica como en papel. Dicha noticia no es otra que el anuncio de la ministra de defensa de iniciar los trámites para la destrucción de más de 5.000 bombas de racimo de los arsenales militares españoles, así como una moratoria unilateral sobre la producción de ese tipo de armas.

Bien, para aquéllos que sean profanos en materia de armamento (yo no soy ningún experto, pero sí tengo algún interés, meramente curioso, en este tipo de temas), les diré que las bombas de racimo son bombas de caída libre, que se pueden lanzar desde el aire, o bien desde el suelo y que al alcanzar cierta altura medida por un altímetro, totalmente graduable, ésta se abre dejando caer cientos de sub-municiones de diversos tipos, de alto poder explosivo, antipista, antipersona, perforantes, incendiarias, etc. Hay diversos acuerdos internacionales (esos que nadie cumple, salvo los países títeres y mamarrachos de siempre), el último de ellos de mayo de este mismo año, para que los países firmantes de dicho pacto se deshagan de sus arsenales de este tipo de bombas y España cómo no, últimamente en la vanguardia de todo aquéllo que tenga que ver con pacifismo y antimilitarismo, ya ha anunciado la destrucción de su parque de este tipo de bombas de manera prácticamente inminente.

Completamente de acuerdo en que dichos artefactos son los causantes de cientos de muertes de personal civil, incluso una vez acabado el conflicto bélico, debido a que entre un 5 y un 30 por ciento de la sub-munición de la que hablaba antes, queda esparcida en un perímetro considerable de terreno y no estalla en el momento puntual del lanzamiento del artefacto, queda en forma de "minas antipersona" que puede ser manipulada por cualquier persona, especialmente niños lo que ha generado y genera demasiados casos de mutilaciones y muertes fuera del conflicto como mencionaba antes. Pero bien es cierto que una decisión de este tipo no hay que tomarla a la ligera y hay que valorar los aspectos positivos y negativos que una medida como la propuesta por la ministra acarrea para con la defensa nacional.

En muchas ocasiones el poseer cierto tipo de armamento (léase cabezas nucleares por poner un ejemplo lo suficientemente ilustrativo) evita el conflicto. Aquí puedo hacer referencia a la guerra fría entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, ambas potencias nucleares (con cantidades ingentes de armamento nuclear esparcidos por toda su geografía) y el uno por el otro y el otro por el uno, jamás tuvieron un conflicto armado. No hace falta irse tan lejos, actualmente hay dos potencias nucleares que si no han entrado en guerra abierta es también debido a la posesión por ambas de un poderosísimo arsenal nuclear, hablo de India y Pakistán. Sirvan los argumentos anteriores para refrendar mi tesis de que la posesión de cierto armamento hace que el posible enemigo se piense muy mucho un ataque.

Yo tan sólo quiero decirle desde aquí a la nueva Ministra de Defensa, que ya puestos, ponga en práctica las siguientes medidas para convertir a España en referente mundial de pacifismo. Que cambie los subfusiles, fusiles y granadas de asalto de nuestros soldados por pistolas y globos de agua, el uniforme mimetizado lo convierta en pantalón vaquero y chaqueta de pana (por lo de la vestimenta progre), los cuarteles se los ceda a cualquier ONG y que hagan de ellos improvisados centros de acogida de inmigrantes. Las fragatas, buques de guerra y portaaviones los done a Salvamento Marítimo para que no haya tantos muertos cuando una patera naufraga, que los cazabombarderos, aviones de transporte militar y helicópteros sirvan para repartir panfletos propagandísticos (de la izquierda, claro está) en época de elecciones y cuando no haya elecciones, pasquines informativos de lo bien que lo están haciendo una vez ganadas éstas. Y que cuando España entre en conflicto armado con algún otro país (que todo puede pasar), la guerra sea como la planteada por Juan Muñoz (autor favorito de mi infancia) en su libro Fray Perico en la guerra (si no lo habéis leído...hacerlo para saber de qué estoy hablando, jaja).